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35 Y también se dice en otro salmo: “No permitirás que el cuerpo de tu escogido se corrompa.”(A) 36 Es un hecho que, por la voluntad de Dios, David sirvió a su generación y, cuando murió, se fue a reunir con sus padres; pero su cuerpo se corrompió. 37 Sin embargo, el cuerpo de Jesús no se corrompió, porque Dios lo resucitó.

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